1773 es la fecha con que
está marcada una de las piedras que ciegan la antigua puerta de
subida a la torre en el interior de la Colegiata de Berlanga de
Duero, junto a la capilla del Baptisterio, y que hasta entonces era
de servicio del campanero. Fue un acuerdo que el Cabildo tomó para
no implicar a los servidores del templo en declaraciones mas o menos
embarazosas como ocurriera en la primera quincena de noviembre de
1768 ante un robo considerable la noche del 9 al 10 de noviembre de
ese año, en esta no menos considerable e influyente colegiata en
esos tiempos
Don Antonio de Lara y
Zúñiga, canónigo penitenciario, había madrugado con motivo de un
viaje, la mañana del 10 de noviembre a celebrar la eucaristía. En
casa del campanero, Lucas Raposo, pidió la llave de la puerta de la
umbría, la cual encontró “franqueada y quebrantada”. Una somera
observación púsole de manifiesto que tambien en la sacristía y
contaduría del Cabildo se observaban las puertas forzadas y desorden
en sus respectivas salas.
Sin dilación, notificó
el hecho al Corregidor de la Villa y abogado de los Reales Consejos,
Ilmo. D. Francisco Fajardo. Procedió este, con ayuda de técnicos en
cerrajería y maestros de fábricas, a la inspección ocular.
Observábase en la puerta
de la Umbría, que es de “olmo, de dos hojas” y a la altura de la
cerradura, unos barrenos por donde puso introducirse una barrilla,
reja u otro instrumento de hierro con el que forzar el aldabón donde
se introducía la pestilla de la cerradura (1). Las puertas primera y
segunda de la Contaduría halláronse también con un barreno en el
lugar justo para poder manipular sin ningún embarazo los pestillos
de las cerrajas. Dentro de las salas de la Contaduría se había
forzado con palancas y cortafríos la puerta fuerte de hierro
claveteada, introducida en un lienzo de la pared maestra y destinada
a custodiar como caja fuerte los archivos y dineros del Cabildo y
fundaciones.
Dentro de esta “caja
fuerte”, el archivo estaba sin tocar y únicamente aparecían en
relativo desorden varios botes de lata donde se guardaba el dinero de
la Mesa Capitular y fundaciones varias; estos estaban vacíos y solo
se encontraron en el suelo “una peseta, un duro y tres papeles de
notas de dinero que había en dichos botes y a quien pertenecía”
En la puerta de la
sacristía habíase seguido el mismo sistema para su franqueo. Si
bien aquí se hallaron quebrantadas las tres cerraduras del cajón
destinado a custodia de alhajas. Parte de estas aparecían en
desorden y parte se echaron de menos. La inspección ocular apenas si
aportó mas datos positivos, por lo que tomada nota de todo ello
procedióse a las diligencias pertinentes.
BIENES ROBADOS:
Entre las alhajas se
echaron de menos las pertenecientes al adorno de la Virgen del
Mercado:
Una cadena de oro
puesta a modo de rosario, de dos varas de larga.
Un anillo de oro con
diamante.
Un collar de oro con
veinte diamantes
Y del archivo el dinero
correspondiente a la mesa capitular y demas obras pías y
fundaciones. Un detenido y minucioso análisis sobre CARGO y DATA
(HABER y HABER) en las cuentas nos llevaría a alargar excesivamente
este trabajo. Sin embargo no deja de ser asombroso el número y
cuantía de rentas, incluso de los mas apartados e inverosímiles
lugares.
Unicamente nos limitamos
a ofrecer un resumen apretado del dinero sustraído, a la vez que
remitir a los estudiosos a los archivos parroquiales.
Perdió la obra pía
del santísimo 5.000 reales
Perdió la
Capellanía Robles 700 “
Perdió la obra pía
Costero 709 “ y 26 maravedíes
Perdió la obra pía
Cubillo 246 “ y 03 “
Perdió la obra pía
Fuente 945 “ y 29 “
Perdió la obra pía
Brizuela 2.564 “ y 09 “
Perdió la Mesa
Capitular 18.417 “ y 16 “
Perdió el Señor
Magistral 9 “
TOTAL 28.592 reales y
15 maravedíes
“en oro grueso y menudo
la mayor parte y la menor en plata”
DILIGENCIAS ECLESIASTICAS
El Cabildo de Berlanga
envía sin dilación a los Provisores y Vicarios Generales de
Sigüenza, sede vacante, un informe detallado del robo ocurrido.
Además del informe “pide y suplica se sirvan librar censuras
generales para que se lean y publiquen en la Iglesia Colegial de la
villa, conventos de ella y demás parroquias de este obispado que sea
necesario” y .. para “descubrir la persona o personas que
...hicieron el quebranto y quitaron dichas alhajas y dinero.
No se hizo esperar la
respuesta del Obispado de Sigüenza y asi, el dia 28 de noviembre del
citado año, llegan las censuras firmadas por los provisores Lcdo. D.
Sebastián Helguera y el Dr. Peña, refrendando el mandato de los
señores previsores Andres Toledano -rubricado-
El tenor de las censuras
abruma. Y digamos que su lectura no es recomendable a ningún
cristiano medio con afecciones cardiacas. Pero en su tenor
publicáronse sin despojarlas un ápice de la dureza.
Como resultado, es de
notar la denuncia que, el primer día de la lectura de censuras,
presenta al Cura Teniente el vecino de la villa José Vaun un
descargo de su conciencia. Dijo que el el Meson de Arriba estuvo el
platero del Burgo de Osma quien, habiendo preguntado sobre el robo,
dijo que antes de quince días el se obligaba a descubrir esta
maraña. Ninguna otra denuncia presentose.
DILIGENCIAS CIVILES
Por su parte la autoridad
civil desde un primer momento se entregó con diligencia a las
pesquisas pertinentes. Y asi envía cuatro requisitorias “con
personas inteligentes y de satisfacción por Burgo de Osma, camino de
Aranda; por Tierra de Fuentepinilla, camino de Soria, por Tierras de
Gormaz, Retortillo y Atienza; y por tierras de Villasayas, Almazán y
su Tierra. Un cerco total del que se esperaban obtener mejores
resultados
Entre tanto Miguel
Alcalde, alcalde de la hermandad de la Villa, acompañado de sargento
de milicias, diversos cabos, soldados y personas civiles sale a
reconocimiento de bosques y parajes del término. En la población se
hace un reconocimiento exhaustivo de mesones, tabernas, hospital (2)
y otros sitios públicos recogiendo cuidadosamente los informes de
las personas a cuyo cargo se hallaban dichos puestos. Parece ser que
el día de este reconocimiento era mercado en la villa y por voz de
pregonero en las plazas se hizo llamar a quien hubiese podido ver,
oír o tener conocimiento del asunto.
Sin embargo desde un
primer momento, Juan de Martín Hernando, sacristán de la Colegiata,
el campanero Lucas Raposo y su hijo Andrés fueron los que calentaron
la cárcel con sus huesos, solo por tener las llaves a su cargo, sin
otro indicio. Pocas horas duró la prisión ya el Cabildo salió
fiador por tratarse de personas de total solvencia y honradez.
TESTIMONIOS
Las diligencias
practicadas por los regidores de los pueblos de esta jurisdicción
tampoco arrojan un resultado o hallazgo positivo. Pero hay muchos
testimonios que si no esclarecen en nada los hechos, si nos
demuestran la preocupación de todos ante un robo considerable y en
una iglesia importante e influyente. Las censuras pesan en no pocos
testimonios y todo el que vislumbra una mínima sospecha lo aporta en
descargo de su conciencia.
Minucioso es por sus
datos y naturalidad el testimonio de Andrés Badorrey, vecino de
Berlanga, quien declaró que cuando el reloj dió las tres “oyó
ruido de tropel como de cuatro o cinco caballerías herradas por la
Calle de la Hoz, donde tiene su casa, y que se tiró de la cama
desnudo y cuando quiso recordar ya no las vio desde la ventana... que
le pareció habían bajado por la callejuela que sale a la iglesia”
Hay otros muchos
testimonios mas bien pintoresquistas que positivos en los que se
vieron implicadas una cantidad respetable de personas con embarazo,
detenciones, dispendios, viajes, desagradables interrogatorios...que
todo ello supone. En la Villa se nota miedo al hablar del robo por no
caer, como ya hemos dicho, ni en las censuras eclesiasticas ni en las
embarazosas declaraciones civiles. Algunos están a la caza de
noticias que enseguida corren a delatar. Asi el platero del Burgo de
Osma se vio envuelto en el asunto pues en el Mesón de Arriba
declaró, un tanto alegre y “alumbrado” por el vino que él tenía
noticia y que pronto iba a quedar solucionado el robo. Ello casi le
valió una noche de cárcel; medió el cabildo y se le dejó en
libertad
Asi las cosas, vino a
inquietar la calma que ya comenzaba a renacer, el pastor del convento
de franciscanos Franscisco Soria Almarza. El 9 de diciembre de dicho
año 1768, pastoreaba sus obejas por la barbechera “próxima al
Camino Çreal que hay para Imón, Sigüenza, Atienza, Baraona y otras
partes” y en la finca de Juan Cabildo, vecino de Berlanga, encontró
enterrada una reja de arado extraña por su figura y fortaleza.
Púsolo en conocimiento del Padre Guardian quien notificó al señor
Corregidor. Se reconoció el lugar y ninguna otra cosa pudo hallarse.
La reja estaba llena de gotas de cera blanca y tenía la punta
doblada como tres dedos. Estuvo puesta al público y se llegó a la
conclusión que este tipo de reja se usa en la Alcarria y otras
partes de Ciudad Real para labrar entre olivos; y tambien por
Tarazona, proximidades del Moncayo y Agreda, por ser tierra de mucha
piedra y raiz de árbol. Tal hallazgo tampoco aportó luz verde al
asunto.
¿Quienes fueron los
ladrones? No llegó a saberse. Sin embargo existía (suponemos que
hoy se conserve, ya que todavía no hemos podido contrastarlo) en la
Real Audiencia de Aragón, un volumen que contiene los robos de un
proceso seguido por dicha Audiencia contra una compañía de
maleantes. Se enumeran 10 robos en iglesias llevados a cabo desde el
año 1766 hasta el 23 de julio de 1773. En esta fecha eran 1.506 los
folios del citado volumen. El robo de Berlanga ocupa el número 3 y
el número 8 el practicado en el santuario de Tiermes, de esta
provincia.
Desde un primer momento
las sospechas recaen sobre un tal Manuel Contín, labrador, vecino de
Calamocha, compañero de Esteban Martínez, alias “Requena”,
quinquillero, vecino de La Almunia de Doña Godina; de Pedro Agustín
“El Cautivo” vecino de Calamocha, de Juan Felix Ruiz “El
Pájaro” extremeño, y de José Salvador, vecinos de Calacete. Y
aunque ninguna prueba puedo hallarse contra Manuel Contín y
compañeros, parece que ellos fueron los autores. En 1771 ingresan en
la cárcel de Zaragoza por el robo que en 15 de noviembre de dicho
año realizan el la iglesia de Bear (Valencia) donde lograron
sustraer cerca de trece mil duros. Aqui no escaparon a la justicia.
Así ponemos punto final
a este rápido y deshilvanado relato de la oscura historia del robo
en la Colegiata de Berlanga, no sin antes avanzar que cinco años
más tarde, por acuerdo del Cabildo mandose tapar la puerta interior
de subida a la torre y abrir una exterior que es la que desde
entonces está al servicio del campanero.
Robo curioso hoy para
todo berlangués amante de su arte y de su historia. Pero que nos
privó de unas alhajas que hoy hubieran engrosado el número de
cuanto poseemos. Quiera Dios que sea el último y que podamos con la
ayuda de todos, conservar el patrimonio que nuestros antepasados nos
legaron
JULIAN GOROSTIZA
NOTAS. Ha sido consultado el legajo num XIV en sus números 36 y 37 de los archivos parroquiales
(1) Hoy pueden observarse en el lugar indicado sendos tacos de madera que han venido a rellenar los huecos de lo que bien pudo ser los barrenos mencionados.
(2) No
olvidemos que en el hospital se recogían transeúntes . Por ello
cabía la sospecha de algún maleante implicado en el robo.
Este artículo fue publicado en el programa de fiestas del año 1975 por Don Julian, a quien siempre recordaremos con cariño.