- Cuatrocientos euros a la una...,
- cuatrocientos a las dos...,
- cuatrocientos euros a la tercera...,
- que buena...,
- que buena pro le haga.
24 de septiembre de 2009
Fiestas de otoño
7 de septiembre de 2009
Elogio desinteresado del congrio rancio
Perdonen si doy otra vuelta de tuerca a la nostalgia. He visto un anuncio en el que hablaban de la cocina de la abuela, y me he acordado de aquellos suculentos platos de patatas con congrio rancio que en fechas señaladas preparaba la mía.
El congrio rancio es una comida con un currículo particular: se trata de un pescado secado al aire de la Galicia occidental, tristemente famosa a raíz del vertido del Prestige. Ignoro si en el auge de su consumo o en tiempos pasados se secaba en algún punto mas; actualmente solo se hace en dos pueblos de la Costa da Morte que son Muxía y Camariñas. Parte de su originalidad radica en que en los lugares en los que se seca no se consume. Toda la producción se exporta a una región de límites muy parecidos a los de la antigua Celtiberia, cuyo centro estaría en Calatayud. (Tengo alguna referencia de que se comía también en la Cataluña interior).
Recuerdo las congrias gigantescas colgadas en las tiendas de coloniales de Berlanga o en aquella tienda de Almazán que había cerca de la Puerta de la Villa, o en la de los Martínez de Sigüenza. Actualmente su consumo es residual, pero en esos tiempos de los que hablamos era manjar de gran predicamento. El arcipreste de Hita habla del congrio seco en alguna de sus obras y Enrique de Villena tambien lo menciona en su "Ars Cisoria". Los sogueros de Calatayud, despues de vender su mercancía a los marineros gallegos, para no volver de vacío, traian las grandes hojas de congrio cecial, que el pueblo llano consumía muy a menudo. Con el desarrollo del transporte y en el declive de su consumo pasó a ser manjar de fechas especiales como la navidad, las ferias de ganado o el día grande de las fiestas. Se ponían los trozos en remojo y después de un par de cambios de agua, se guisaban con las patatas de los regadíos de la Dehesa Chica o del Pedazo. Estoy hablando ya de Berlanga, de mis recuerdos de niño. Tengo ese sabor antiguo de las patatas con congrio rancio de mi abuela como uno de mis mejores recuerdos gastronómicos, y ningún manjar posterior ha podido borrrarlo. Yo creo que lo tengo metido en los genes.
Ausencias
Para acabar con las ruinas es importante tener memoria, recordar como eran nuestros monumentos e incluso dónde estaban. Nadie puede hacer un inventario de todo lo que se ha perdido desde el estropicio de la francesada hasta nuestros días. La fotografía es un invento muy reciente y la memoria del pueblo no es algo que resista el pasar de las generaciones. Los archivos del ayuntamiento no es que dejen verlos a todo el que lo pida, dándose el caso flagrante de que una vez solicitó su estudio un licenciado en Historia natural de la Villa pero que no residía en ella. De nada le sirvió haber pasado aqui toda su infancia y adolescencia, porque el alcalde de la época le dijo que no podía ser. Este mismo alcalde poco tiempo después concedió el favor a una amiga suya foranea y del ramo de la hostelería.
¿Cuantos se acuerdan, por ejemplo, de la fecha de demolición del juego de pelota?, y ¿quién sabe cuando se construyó
La nevera y El Mico
La Constitución
Estos razonamientos no son nuevos y seguramente los habrán escuchado ustedes muchas veces, incluso, los que tengan edad para ello, los habrán oído sin el argumento de la Constitución de por medio, porque ya con las leyes fundamentales de la dictadura pasaba lo mismo, desde que los pueblos empezaron a quedarse vacíos en los 50/60 y en las ciudades se empezaron a crear arrabales horribles llenos de nichos y los que se fueron se acostumbraron a no ver por donde se ponía el sol...
2 de septiembre de 2009
San Gil de Pedroso
En el lugar donde ahora está la ermita de Carrascosa hubo una modesta iglesia medieval. Junto a ella se encuentran las ruinas de los edificios de un pueblo abandonado hace muchos siglos. Se llamaba Pedroso, o San Gil de Pedroso, seguramente haciendo referencia a la cantidad de piedras que había en el lugar. Era una pequeña aldeita que se había formado después de la repoblación cristiana y que había conseguido convertir en un vergel las tierras del entorno. Pertenecía al Común de Berlanga y de allí había surgido la idea de establecer en este lugar un caserío que aprovechase las fértiles tierras circundantes y el voluminoso y limpio caudal del Escalote, para cultivar unas huertas que los abastecieran de buenas hortalizas y frutas. Ellos fueron los que trajeron las primeras viñas de un pueblo ribera arriba, de donde era la mujer de uno de los campesinos repobladores.
De todo aquello, tras el abandono y el traslado definitivo a Berlanga de sus tres últimos moradores, aparte del tufillo a cochino que sentirás en el ambiente, nos quedó la costumbre de la romería, la fuente y un pinarcillo cada vez más descuidado, donde se iba el siglo pasado a merendar y a respirar. Las viñas desaparecieron porque daban más trabajo que alegrías y las manos que tendrían que haberlas cuidado nos las robaron las regiones ricas que estaban en plena expansión industrial.