Podría ser uno de los puntos fuertes de los programas electorales, pero no creo que se les ocurra. Cuando uno, haciendo poco caso a Vittorio Foa o a Ettore Scola, sale de viaje por Europa se da cuenta de que en algunos paises han sabido cohesionar aceptablemente el territorio, disribuir la riqueza y la gente, descentralizar la energía en el más amplio sentido del término. Por aqui, el estado de las autonomías, que en la teoría tenía que servir para acercarnos a esa homogeneización y cohesión, ha conseguido justo lo contrario, acentuando las diferencias y las posturas egoístas, y además, ahora lo oimos porque la cosa de la economía no pinta bien, duplicando burocracias, complicando la vida de la gente y lo peor es que nos sale por un güevo de la cara. Nos lo explica muy bien Javi Serrano desde su blog Nubiru:
Una pequeña vuelta por Francia rápidamente nos muestra cuál es una de las mayores diferencias entre los países galo y español. Desde Perpiñán, Francia es un país en “tela de araña”, la población se halla dispersa por todo el territorio, habiendo sólo una gran metrópolis, París, 2-3 ciudades grandes (Lyon-Marsella-Lille) y un gran tejido rural con una densidad de población aceptable. En Francia la agricultura “da de comer”. No es extraño ver a franceses que viven rodeados de vacas y hortalizas, conectados a intenet con la mayor velocidad y con un gran supermercado a una distancia más que razonable.
La vertebración, que no integración, del territorio en Francia creo que es un éxito.
España, por contra, es un país de ciudades y páramos. Tenemos una gran metrópolis cada vez más cercana a París y Londres, Madrid, una gran urbe metropolitana con cuasi la misma población y mayor potencial industrial y turístico, como es Barcelona, y “muchas” ciudades-áreas metropolitanas que superan con creces el medio millón de habitantes: Sevilla, Zaragoza, Valencia, Bilbao, Gijón-Avilés-Oviedo, Elche-Alicante-Murcia, Málaga...
Junto a estas grandes urbes no tenemos más que campos despoblados donde la gente apenas puede medrar con la agricultura y la ganadería y donde las comunicaciones, sea por internet o carretera, son precarias. España, país “potencia” en cuanto a extensión de territorio, sin embargo, es capaz de tener una región, la Celtiberia histórica, que se aproxima a Laponia en cuanto a densidad de población...La zona que engloba, Soria, la mayor parte de Guadalajara y Zaragoza, Teruel, sur de Burgos y de la Rioja y Cuenca es una de las zonas menos densamente pobladas de Occidente. No hay ninguna gran urbe y las carreteras son precarias. La producción agrícola, además de ser difícil por lo extremo del clima (con oscilaciones térmicas propias de Siberia) es poco fomentada por la UE, que parece estar más pendiente de los agricultores franceses. Vivir en Molina de Aragón, Anguita, Ateca, Cervera del río Alhama, Coruña del Conde o Tarazona es, cuanto menos, arriesgado socialmente.
Uno tiene que resignarse a tener a la “civilización urbana” a una cierta distancia, sin supermercados próximos, sin grandes centros de comercio, industrias, cines, parques de ocio o, por así decirlo, fuentes de progreso. España no puede entrar en una carrera espacial o de lucha por el Ártico o el Antártico... ¡bastante tiene con “repoblar” la Celtiberia!
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