En la entrada anterior, en la que hablabamos del palacio de la calle Real, decíamos que los marqueses de González de Castejón de Agreda, que así de rimbombante era su título, eran también dueños de la finca de La Serna, a unos 2.500 metros al poniente de la villa de Berlanga, junto al rio Talegones, en término de Aguilera.
Esta propiedad la habían heredado de Maria de los Dolores Garcés de Marcilla y Heredia, a quién en 1860 la reina Isabel II le concedió el título de Marquesa de La Serna, no se sabe bien si por méritos propios o por haberse casado dos años antes, en segundas nupcias, con el General Messina, militar y político de mucho prestigio en la época.
Este General Messina, marqués de La Serna, a quien muchos de nosotros oímos nombrar de pequeños, había sido diputado por Barcelona, aunque era madrileño, fue gobernador de Puerto Rico desde 1862 a 1865 y allí se conserva su memoria en un puente de hierro en el lugar de Bayamo que lleva el nombre de Puente del Marqués de La Serna. Vuelto a España, fue senador por la provincia de Puerto Rico y después vitalicio hasta la fecha de su muerte en 1872. Ocupó también de manera interina la cartera de Ministro de la Guerra durante un breve periodo.
Estos fueron los primeros marqueses de la Serna, que tenían como mandaban los cánones, casa-palacio en Berlanga, que también fue pasto de las llamas el 5 de marzo del año 1882. No sabemos dónde se encontraba la casa en cuestión, pero seguro que algún lector lo sabe:
El hecho de no tener descendientes directos hizo que nadie heredara el marquesado de La Serna. Al no hacerse cargo nadie de abonar los derechos de sucesión correspondientes, el Ministerio de Hacienda anuló el título en 1876.
En 1958 los señores Maria de la O Bordiu Bascarán y Javier Bordiu Prat Garcés de Marcilla solicitaron la rehabilitación del título alegando parentesco como así parece indicar el apellido de este último. Desconocemos el desenlace de esta historia ya que en la web de la diputacion de la grandeza no aparece el marquesado
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