No nos habíamos ocupado todavía en este blog de otro de los palacios suntuosos que tanto proliferaron en los buenos tiempos. Este de la Calle Real era uno de los más lujosos, a un paso de la plaza Mayor y con portón a la calle del Matadero Viejo. Fue propiedad de los Condes de Castejón de Agreda, dueños también de otro palacio y hacienda en El Batán y de la Finca de La Serna.
Ignacio González de Castejón y Francisca Garcés de Marcilla fueron los últimos moradores. El conde hasta su fallecimiento en 1928, por lo que no pudo asistir a su dramático final.
Fue sobre la medianoche del 19 de diciembre de 1937 cuando se declaró un incendio, según la versión oficial ocasionado en las cocinas, que devastó totalmente el edificio dejándolo en el esqueleto que hemos conocido hasta las restauraciones de los últimos años.
En aquellas fechas del incendio, en plena contienda civil, cuentan que el palacio lo ocupaban tropas alemanas o italianas del bando franquista. El pueblo llano cuenta que después del saqueo, los mismos soldados provocaron el fuego para borrar su pecado.
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