También en
Al-Andalus se celebraba la Navidad, especialmente en aquellas zonas
donde había abundante población mozárabe (Toledo, Tortosa,
Granada, Sevilla, Córdoba…) siendo unas festividades muy
diferentes a las actuales donde no había ni árbol de Navidad ni
Papa Noel. El régimen islámico permitía a los cristianos celebrar
sus tradiciones religiosas y mantener sus creencias pagando una
capitación o “yizya”. En verano era muy popular la “Ansara”
que coincidía con San Juan y en invierno Îd al- milâd (Navidad)
y Yannayr o Nayrûz (Año Nuevo).
Lo que si se ha
mantenido hasta nuestros días ha sido la misa del Gallo en
Nochebuena, que seguía, en latín, unas partes prestablecidas. Por
ejemplo, un esquema sería el seguido en la liturgia del In
Nativitate Domini:
- Prælegendum / Canto de entrada.
- Oratio post Gloriam / Oración después del Gloria.
- Prophetia / Profecía.
- Psallendum / Salmo de meditación.
- Apostolus / Apóstol.
- Evangelium / Evangelio.
- Laudes/Alabanzas
- Sacrificium / Canto del ofertorio.
- Oratio Admonitionis / Monición sacerdotal.
- Alia / Oración entre los Dípticos.
- Post Nomina / Oración después de los Dípticos.
- Ad Pacem / Oración de Paz.
- Illatio / Acción de gracias.
- Post Sanctus / Oración después del Sanctus.
- Post Pridie / Invocación.
- Ad Orationem Dominicam / Introducción al Padre nuestro.
- Benedictio / Bendición.
- Completuria / Oración final
Aunque no tiene
lugar en Al-Andalus, sino en la Sicilia de Guillermo II, podemos
asimilar la celebración de la Navidad orientalizante en el siglo XII
en Palermo a lo que sucedía en las iglesias mozárabes andalusíes
por esa misma época gracias al testimonio que nos aporta Ibn Yubayr
de Valencia quien en su Rihlah ("Viaje a través de Oriente"
en la traducción del arabista Felipe Maíllo Salgado) nos
habla de iglesias engalanadas con velas y las puertas abiertas de
par en par. Ibn Yubayr entró por curiosidad en una de ellas y quedó
prendado. Las iglesias mozárabes españolas no serían muy
diferentes a las descritas para Sicilia por el viajero valenciano.
Pero la Navidad
no fue en la Iberia musulmana solo patrimonio de la cultura mozárabe
sino que como celebración popular de todas las clases sociales se
extendió también entre los musulmanes, que participaron de ella
adaptándola a su calendario islámico, no sólo por ser una
tradición hispánica de siglos atrás (recordemos que la mayoría
de los musulmanes eran “muladíes” conversos o hispanos
autóctonos de origen romano o visigodo) sino que la figura de
Jesús (Isà) formaba parte también de la Cadena de profetas
enviados por Dios a la Humanidad (Silsilat al-Anbiyâ’), siendo la
segunda en importancia tras Mahoma, por lo que su celebración era
hasta cierto punto “islamizable”.
La Virgen
(Sayyidatunâ Maryam) tenía también una veneración especial
dentro del propio Islam.
Aún hoy el
“Milâd” o Navidad en árabe, se sigue celebrando con este
nombre entre las comunidades cristianas de Oriente y Egipto y por
otro lado, lo que sería el “Nayrûz” o Año Nuevo, no es
otra cosa que la adaptación andalusí de una festividad persa de
origen zoroastriano que aún hoy se celebra en Irán, los países de
lengua persa como Afganistán o Uzbekistán y entre los parsis o
zoroastrianos actuales. Nayrûz o Nowrûz es “año nuevo persa”
aún en la actualidad. La otra palabra mozárabe “Yannayr” es
de origen latino procedente de “Jannuarius” o “Enero” y que
se identifica en un contexto romano precristiano con el dios Jano,
el dios de las dos caras, el pasado y el futuro que abría el nuevo
año. “Nayrûz” y “Yannayr” vinieron a significar pues
casi lo mismo, “Año Nuevo”.
Fue tal el
arraigo de estas celebraciones navideñas en el Islam popular
andalusí que los cadíes y alfaquíes trataron de erradicarlas y
prohibirlas por ser lo que en árabe se llama “bi’dah”
(innovación), esto es, un añadido que contravenía las enseñanzas
y tradiciones del Islam y por tanto, algo herético y condenable
según el Derecho Islámico (fiqh).
Aunque la
presencia mozárabe decayó a lo largo de los siglos por las
emigraciones y movimientos de población hacia el norte cristiano; y
por otro lado, por las deportaciones almorávides al Norte de África,
estas celebraciones siguieron vigentes hasta mediados del siglo
XIII y así lo confirman algunas fuentes disponibles, que si
embargo, son indirectas y no proceden de fuentes cristianas
(mozárabes u occidentales) sino de fuentes musulmanas árabes,
pero aún así nos permiten reconstruir parcialmente cómo eran esas
conmemoraciones cristianas y también celebradas por los musulmanes
en tierras de Al-Ándalus.
Aunque el
abundante elemento mozárabe nos vale como explicación histórica de
por qué los musulmanes celebraron la Navidad hasta la época
almorávide, la explicación a su pervivencia en el siglo XIII nos
la da el jurista y alfaquí al-´Azafí de Ceuta, atribuyéndolo a
dos causas: Las relaciones de vecindad con los cristianos por
cercanía geográfica, a través del comercio y por la vía del
cautiverio en tierras cristianas.
Estas
explicaciones de Abû l-´Abbâs al-´Azafí, alfaquí y cadí de
Ceuta (m. en 1236) forman parte de un tratado jurídico descubierto y
traducido por el arabista Fernando de la Granja, el Ad-Durr
al-Munazzam, que para nosotros es una fuente histórica importante
para el estudio de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.
Nos habla de un
ambiente muy parecido a las actuales Navidades que pasamos en España
con niños de vacaciones escolares, puestos callejeros de Navidad
donde se venden dulces, frutos secos y viandas, se adornaban las
casas y sobre todo, como ocurre hoy en día se hacían grandes
comilonas y los amigos y familiares se intercambiaban regalos:
“En estas
fiestas se hacen unos a otros preciosos regalos que han elegido de
antemano y "ciudades" en las que forman e inventan diversas
figuras. Los ricos montan en sus casas puestos como los de los
tenderos y los arreglan esmeradamente. Hay gente que permite a sus
familiares comer de ellos, y otros se lo prohíben. Los adornan como
si se tratase de una desposada subida en su estrado, tras la de la
cual no se cerraran las puertas. Los hay que venden una parte de
aquello y venden el resto.
Nos ha contado
más de un viajero que en algunas ciudades de al-Andalus estos
puestos llegan a valer setenta dinares o más, por los quintales de
azúcar que contienen, las arrobas de alfeñiques, la variedad de
frutas frescas, bolsas de dátiles, sacos de pasas e higos, de
diferentes clases, especies y variedades, y toda suerte de cascajo:
nueces, almendras, avellanas, castañas, bellotas y piñones; amen de
caña de azúcar, y toronjas, naranjas y limas de la mejor calidad.
En algunas ciudades hacen cazuela de pescado en salazón, en lo que
gastan hasta treinta dirhemes, y otras comidas por el estilo (...)
Sueltan a los niños de las escuelas, y con ello les llenan el
corazón de amor por esas innovaciones que ya han echado raíces.”
Por último,
Al-Azafí menciona algunas costumbres curiosas y casi supersticiosas
que se hacían en Año Nuevo (Nayrûz) como la de colocar coles
debajo de las camas para atraer la buena suerte, algo que también
fue reprobado por nuestro alfaquí de Ceuta.
(Extracto de un trabajo de Mabel Villagra)
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