Vers le mois d'août 989, Al-Manzor se porta de nouveau sur la Castille, et s'empara, dit Rodrigo de Toledo, d'Aranda de Duero et Alcubilla. Il destruisit Valeranica, aujourd'hui Berlanga. Cette même anée, les puissances chretiennes, Don Bermudo de León, Sancho Abarca, et le comte García Fernández de Castilla, honteux et alarmés de voir les frontieres de Léon et Castille et tout le cours du Duero, dégarnis de défense, les places détruites par un enemi puissant et acharné; convinrent de former une ligne offensive et defensive.
(Vicomte de Belsunce. Histoire des Basques)
Muhammad ibn Abu Amir nació en Torrox (938) y murió en Rello (1002). De familia terrateniente yemení establecida en la comarca de Algeciras desde la conquista musulmana de la Hispania visigoda. Su abuelo fue médico y ministro de Abderramán III. Estudió Derecho y leyes en Córdoba y, durante el califato de Al-Hakem II, ocupó importantes cargos administrativos, como los de director de la ceca (967) o intendente del ejército del general Galib (972).
En 976, la prematura muerte de Al-Hakem II, situó al frente del califato de Córdoba a Hisam II, un niño de once años, lo que aprovechó Almanzor, decidido y ambicioso, para hacerse con el poder. Este mismo año fue designado tutor del joven califa, con la ayuda de la madre de éste, Subh, una cautiva vascona que probablemente era su amante.
Dos años más tarde, en 978, ya tras haber convertido a Hisam II en una marioneta política y postergado a personajes tan influyentes como al-Mushafí y Galib, Almanzor se hizo nombrar hayib, una especie de primer ministro, con lo que consiguió autoridad absoluta sobre todo el territorio hispanomusulmán. Se hizo construir el lujoso palacio de Al-Rusafa y se casó Asma, una hija de Galib que se convertiría en su enemigo y al que acabaría derrotando y ejecutando en la Batalla de Torrevicente. Cuentan las malas lenguas que Almanzor envió a Asma la cabeza de su padre.
Dos años más tarde, en 978, ya tras haber convertido a Hisam II en una marioneta política y postergado a personajes tan influyentes como al-Mushafí y Galib, Almanzor se hizo nombrar hayib, una especie de primer ministro, con lo que consiguió autoridad absoluta sobre todo el territorio hispanomusulmán. Se hizo construir el lujoso palacio de Al-Rusafa y se casó Asma, una hija de Galib que se convertiría en su enemigo y al que acabaría derrotando y ejecutando en la Batalla de Torrevicente. Cuentan las malas lenguas que Almanzor envió a Asma la cabeza de su padre.
Al frente del ejercito, decidió expulsar a la mayor parte de los mercenarios eslavos que se habían convertido en una casta de privilegiados, y sustituirlos por unos 20.000 beréberes, reclutados por él mismo en el norte de África, medida que le proporcionó una enorme popularidad. Asimismo, emprendió una profunda reestructuración de sus tropas con el propósito de acabar con su conflictiva organización tribal, dispersando a los cabecillas de cada familia.
Dotado de una personalidad carismática y de un gran talento militar, entre los años 977 y 1002 llevó a cabo un total de 56 campañas en tierras cristianas sin conocer la derrota, razón por la cual recibió el sobrenombre de Al-Mansur (el Victorioso), con el que pasaría a la historia. Se trataba de incursiones rápidas y devastadoras, realizadas en primavera y verano, que tenían por objeto sembrar el terror entre los habitantes de los reinos cristianos. Asoló Salamanca (977), venció a los ejércitos aliados de Ramiro III de León, García Fernández de Castilla y Sancho II de Navarra en las batallas de Gormaz, Langa y Estercuel (977) y en la de Rueda (978), saqueó Zamora (981), Barcelona (985), arrasó Coimbra (987), León (988), Berlanga (989), Osma (990), Astorga (997) Pamplona (999) y San Millán de la Cogolla (1002).
Dotado de una personalidad carismática y de un gran talento militar, entre los años 977 y 1002 llevó a cabo un total de 56 campañas en tierras cristianas sin conocer la derrota, razón por la cual recibió el sobrenombre de Al-Mansur (el Victorioso), con el que pasaría a la historia. Se trataba de incursiones rápidas y devastadoras, realizadas en primavera y verano, que tenían por objeto sembrar el terror entre los habitantes de los reinos cristianos. Asoló Salamanca (977), venció a los ejércitos aliados de Ramiro III de León, García Fernández de Castilla y Sancho II de Navarra en las batallas de Gormaz, Langa y Estercuel (977) y en la de Rueda (978), saqueó Zamora (981), Barcelona (985), arrasó Coimbra (987), León (988), Berlanga (989), Osma (990), Astorga (997) Pamplona (999) y San Millán de la Cogolla (1002).
Su gesta más memorable se produjo el 11 de agosto del 997, cuando destruyó Compostela, respetando sólo el sepulcro del apóstol y obligó a los cautivos cristianos a trasladar a hombros las campanas de la catedral y las puertas de la ciudad hasta Córdoba. Cinco años más tarde, de regreso de una expedición contra San Millán de la Cogolla, cayó enfermo y murió en la Torre del Quiñón, entre Bordecorex y Rello, el 10 o el 11 de agosto de 1002, camino de Medinaceli, capital del norte de Al-Andalus, donde reposa.
En su dilatado mandato, Almanzor alcanzó el prestigio de un elegido, convirtiéndose en un mito viviente. A su muerte el califa nombró hayib a su hijo predilecto Abd al-Malik, quien sin llegar a las hazañas de su padre fue un administrador eficiente y un inteligente jefe militar.
En su dilatado mandato, Almanzor alcanzó el prestigio de un elegido, convirtiéndose en un mito viviente. A su muerte el califa nombró hayib a su hijo predilecto Abd al-Malik, quien sin llegar a las hazañas de su padre fue un administrador eficiente y un inteligente jefe militar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario