No era más que una niña. Su padre, Enrique II de Francia, usándola como pieza de cambio de la política internacional, la comprometió con el principe Carlos (futuro Carlos I de España y V de Alemania), pero al quedar viudo Felipe II modificaron los planes y en lugar del hijo, la casaron con el padre. Isabel de Valois tenía solo diecisiete años y llegaba a España por primera vez para casarse con el rey, al que no había visto en su vida.
Fue a mediados de enero de 1560, cuando Isabel con su séquito, llegó a Hortezuela, donde la esperaban ciento veinte lanzas que, a las órdenes de un capitán, había mandado el Arzobispo de Toledo para recibirla.
Cuadro: Isabel de Valois, por Pantoja de la Cruz (fragmento)
Descansó aquel día y el siguiente en el magnífico palacio del condestable, don Iñigo de Velasco, enlazado con la marquesa de Tovar, y situado a tres cuartos de legua de esta aldea, que fue del priorato de San Juan de Jerusalen, y que tiene un pequeño puesto en la Historia. Después, la ilustre princesa de la casa de Francia, prosiguió su marcha con su servidumbre y los ciento veinte hombres de guerra, hasta Guadalajara, en que se casó con Felipe II, que por tercera vez contrajo nupcias, que ni fueron muy felices ni muy duraderas, pues Isabel de Valois murio muy joven, asfixiada tal vez por la etiqueta enojosa y sombría de aquella corte. (Emilio Mozo de Rosales. "Las cacerías de lobos")
Ciento cuarenta y dos años después, durante los días 2 y 3 de febrero de 1702, el joven rey Felipe V pasó unas animadas jornadas de caza en el palacio de La Choza, que los marqueses de Berlanga tenían cerca del Puente Ullán, incendiado por los franceses en 1811. Junto al palacio había ún inmenso y tupido bosque con abundante caza, que tampoco se ha conservado, donde el primer Borbón, con diecinueve años, recien estrenado en el cargo y con una guerra de sucesión a sus espaldas, se relajó durante unos días. Los criados de los marqueses contaron en la Venta de Hortezuela que el rey se dirigía en francés a sus perros y que se encontraban todos exhaustos después de los largos preparativos de la visita.
Otra vez visitó Felipe V la villa de Berlanga; fue un 24 de agosto de 1719 acompañado de su esposa María Luisa Gabriela de Saboya y su hijo Luis, que venían de Corella hacia Madrid. Durmieron esta vez en el palacio de la plaza del Mercado y visitaron brevemente el pueblo y la colegiata antes de salir hacia Atienza. Luís tenía doce años; a los quince lo casaron con Luisa Isabel de Orleans, que tenía doce, y a los diecisiete recién cumplidos se lo llevó la viruela, siete meses despues de subir al trono. En la crónica de este viaje ya se ve que su salud no era buena:
Cuadros: Felipe V, de Jacinto Rigau; y Luís I, de Michel-Ange Houasse
...aviendo salido Sus Magestades y el Príncipe, de Corella el 17, y hecho noche en Cintruenigo, Agreda, Hinojosa, Almenar y Almarail, llegaron el 22 a la referida villa de Almazán, donde se detenían el 23 por aver padecido el Príncipe una ligera destemplanza, procedida de un resfriado, de la cual se hallaba ya libre. Aviendose recuperado enteramente el Príncipe nuestro señor de la ligera indisposición que sufrió en Almazán, partieron de este villa sus Magestades, con su Alteza, el día 24 y durmieron en Berlanga, de donde pasaron el 25 a la villa de Atiença, con perfecta salud.
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