10 de abril de 2013

La Cueva Caco


Volvemos a subir a la Cueva de Caco, hijo de Vulcano, que aprovechando que Hércules dormía, robó unos chotos y se los llevó a su guarida.

Cuando Hércules despertó y vio el panorama, se enfureció tanto que buscó al ladrón y lo estranguló. La leyenda ocurre en Grecia, pero quien nos dice que no la trasplantaron de otro lugar. 
A unos pasos de esta cueva hay un camino que bordea el precipicio y baja hasta la zona fértil del río.
Imaginemos un río con abundante agua cristalina, cangrejos de los de aquí, anades, ranas, topos (de las nutrias no me acuerdo, pero también las hubo) y que desbordase la vida también hacia afuera: ajos, cebollas, verduras, hortalizas, frutales... 
La gente que vivió en estas alturas, y lo del camino parece confirmarlo, estaba protegida y tenía una salida al valle donde proveerse de comida y agua.
Después de conocer Matera, siempre pienso en esa ciudad cuando paso por aquí, ahora que ya no interrumpe tus pensamientos el graznido de los grajos, que tambien se marcharon un poco después de los cangrejos y las nutrias. 

Aquella mañana de semana santa fue también una sacudida descubrir esos riscos tan parecidos a los nuestros, donde el hombre había aprovechado cualquier agujero en la roca para hacerse su casa desde el principio de los tiempos. 

Los berlangueses antiguos, que serían celtiberos o arevacos, pero que ya eran berlangueses aunque no lo supieran, no bajaron a las zonas llanas hasta que no estuvieron seguros de su integridad fisica, y cuando lo hicieron todavía necesitaron durante siglos un par de murallas con puertas que se cerraban y vigilaban manu militari. Estamos hablando de una época oscura en la que regía la ley del mas fuerte, y si robabas unos chotos te arriesgabas a que viniera un Hércules y te agarrara del gaznate sin juicio previo ni guardia civil que te librase del trance.
Pero hay mas leyendas por estos pagos; la del segador que volvía a casa, dió un mal paso y se agarró con la hoz en un saliente y allí se quedó el mango que todos veíamos de niños, camino de la Huerta de los Morales, o la de otro campesino al que el viento le llevó la boina y el cuitado se abalanzó sobre ella por el precipicio, con tan buena fortuna que fue a caer sobre un muladar, salvando el pellejo de milagro.

En este cerro del Calvario o de Las Tres Cruces, hay otra cosa inquietante, una trinchera cortada en la roca, que sería mucho mas profunda sin todo el sedimento de basura y mulas muertas, de cuando los buitres gozaban del sacrosanto derecho al alimento. 

A esta trinchera la llaman El Quemarropas. Trato de imaginar como vivían estos antepasados, y el nuevo depósito del agua me da un par de ideas. En la trinchera quizás se acumulara el agua del cielo para épocas de peligro inminente, y ya que el depósito me parece un enorme toro muerto con las banderillas que serían esas antenas que crecen como setas, también imagino que la trinchera sirvió para guardar el ganado, o quizás los hombres y el ganado, que no estaba la cosa para muchos miramientos. Tambien nuestro señor Jesucristo se calentó con una mula y un buey, y por aquí hace más frio que en Palestina.
 © Axinio Valeranicus MMVIII
En la fecha en que AXINIO  publicaba este artículo plagado de preguntas, el vecino del blog de Tiermes publicaba esta entrada escalofriante.

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