24 de febrero de 2018

Los enebros

Enebros en Las Cabezuelas

"...Los enebros constituyen un milagro de la naturaleza. Son fuertes y bellos. Su madera, más resistente que el hierro a la humedad y al calor, es muy apreciada para los usos a la intemperie.

Surgen en los montes o páramos como por generación espontánea y cuando mueren unos, nacen otros. O esa percepción tiene el nativo que siempre vio el paisaje plagado de aquellos ejemplares. En sus tiempos los campesinos los cortaban para hacer vallas o cercas.

Pero si uno piensa que para el desarrollo de un enebro de esos de dos o tres metros deben pasar decenas de años, a veces siglos, se le pone la carne de gallina cuando llega un intruso y lo interrumpe como si de una alimaña o de un estorbo se tratara.

Hoy todos somos más sensibles a esa circunstancia cuando sabemos, como hay que saber, que los enebros no se pueden replantar. Hay que esperar a que un pájaro ingiera una de las bayas que como fruto produce el arbusto. La digiera en su estómago y la deposite luego mezclada con sus excrementos en terreno fértil para que fructifique y surja el nuevo retoño.


Nada de generación espontánea. Para que un enebro pueda nacer hay que ver millones de semillas perdidas o diseminadas por el viento. Y eso después de haber pasado por el estómago del pájaro porque nunca prenden sin ese requisito. Después, cincelados por el viento, se convierten en esculturas majestuosas que podrían ser firmadas por el más exquisito artista..."

Turzo, un lugar de la España Resignada (Eduardo Tarrero de Pablo)


El enebro, también conocido como sabina albar (Juniperus thurifera), se distribuye por más de 10.000 hectáreas, en altitudes que varían de 900 a 1.300 metros, sobre sustratos de diversa naturaleza, aunque predominan los calizos. Su robustez le permite ocupar zonas, en general, no aptas para otras especies arbóreas.
En nuestra comarca es digno de citarse el extenso enebral de Matapozuelos, Los Charcos y El Pontón, en Morales, Aguilera y Berlanga. Para visitarlo se accede desde Berlanga, o bien por Morales, donde existe un original enebral sobre terreno arenoso y otro más extenso sobre calizas. En las cercanías del rio (por el molino) y dignos de ser visitados, crecen varios enebros verdaderamente descomunales, de alrededor de 20 metros de altura y cerca de 2 de diámetro. Como estos debieron ser los enebros que dejaron estupefacto al romano Plinio.

También son muy destacadas las manchas de enebros en Andaluz y Bayubas de Abajo.