26 de febrero de 2012

La reforma

Paones, mañana fría de invierno. Cuatro habitantes de derecho según el último censo. Mientras recorro el exiguo caserío, pienso que este pueblo debe tener el record de antenas de televisión por habitante censado. Veo salir humo de unas cuantas chimeneas, varios gatos y un paisano que, detrás del muro de un corral, imagino que está llenando el cesto de leña para calentarse.
La sobriedad de este románico rural primitivo es la misma que la del paisaje y de aquella religión que todavía predicaba la pobreza.
El vallado nos avisa de que la reforma está oxidada. Se acabaron los dineros o el hallazgo de la galería trastocó los planes iniciales que hablaban de consolidación, protección y dignificación, pero no nos decían si la iglesia volvería a tener un tejado como dios manda, nunca mejor dicho.

Todo eso: protección, dignificación, consolidación, y no sabemos si también un tejado como dios manda, tendría que haberse hecho, según los planes de Soria románica, en el año 2009.

La pobreza de recursos obligaba a aprovechar elementos de un arte anterior. Ni siquiera había un concepto de arte y no por ello la vida tenía que ser mas simple. En la supervivencia se libera el lastre de lo accesorio. Las iglesias eran espacios de encuentro con la comunidad y con uno mismo, escuelas en alguna medida, como nos están indicando estos dos signos de suma y resta de Paones
El románico consigue aunar dos valores que no suelen aparecen juntos en muchas ocasiones en la vida: sencillez y elegancia

"El románico era una arte de repoblación, cuando los árabes retrocedían se iban construyendo iglesias... Ahora es un arte de despoblación, se encuentra allí donde ya no queda nadie, sobre todo entre las montañas". (Peridis)



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