19 de octubre de 2009

Antonio RANZ ROMANILLOS


(Barcones 1759-Madrid 1830)

Nos ha sorprendido ver a este hombre en las asambleas que redactaron el Estatuto o Constitución de Bayona y años más tarde también en las preparatorias de la Constitución de Cadiz; así que fue afrancesado y ministro de hacienda con Pepe Botella en el trono, y ex-afrancesado después cuando lo rehabilitó para la vida política Fernando VII, con quien volvió a ser ministro de hacienda. Delicada peripecia en unos tiempos en que te cortaban la cabeza por cosas menos comprometidas.

Había nacido en Barcones, en una familia de posibles, en la que hubo muchos clérigos y diplomáticos, ademas de un gobernador de Burgos, un alcalde de Sigüenza, un inquisidor en Córdoba y hasta un racionero de la Seo de Zaragoza. Estudió en Sigüenza donde había Universidad menor, de la que habla Cervantes en el Quijote, y luego en Zaragoza donde se licenció en leyes. Dio clases y ejerció de abogado. Aparece en las enciclopedias como ilustre helenista traductor de Plutarco, y como buen afrancesado, conocía bien la cultura y la lengua gabacha y tradujo también a Racine. El hecho de que fuese ministro durante regimenes dispares demuestra claramente una capacidad de adaptación que me atrevo a asegurar que es la misma de sus paisanos de Barcones para vivir en esta tierra dura y extrema a la que Ortega llamó "glebas pedregosas".

Barcones no es propiamente de la Tierra de Berlanga. Desde la reconquista perteneció a la extensísima Tierra de Atienza y despues a una de sus hijuelas que fue el señorío de Paredes; además el hecho de que todas estas tierras del sur de Soria pertenecieran a la diócesis de Sigüenza, hizo que el pueblo siempre tuviera mas relaciones comerciales y sentimentales con Guadalajara que con Soria. A Guadalajara perteneció hasta 1833, fecha en la que se diseñaron las provincias actuales que en algunos casos separaban lo homogeneo y unían lo dispar. Barcones suplicó a la Diputación de Soria volver a Guadalajara y todavía están esperando contestación.

El pueblo mantuvo casi los seiscientos habitantes hasta la desbandada general de los años cincuenta y ahora es solo una sombra de lo que fue, pero en ningún caso solo unas glebas pedregosas (vease la foto). Por aqui nace el rio Escalote que después de ocho leguas y media se une al Duero en el Puente Ullán. Si uno va de paso es posible que se crea lo de las glebas de Ortega que pasó por aqui montado en una mula y escribió algunas páginas de buena literatura, pero cayó en la trampa que tienden al turista muchos pueblos de Castilla: desde fuera parecen aridos hasta que uno entra de verdad en ellos. Con las personas pasa igual, muchas veces.

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