Nacido en Orihuela, hacia 1647, los primeros datos sitúan a Juan Bonet de Paredes como maestro de capilla en Berlanga de Duero en 1680.
Posteriormente, ejerce en Ávila en 1682, en Segovia en el período 1684-86, en Madrid en 1690 como maestro en el Monasterio de la Encarnación, en 1691 como capellán de las Descalzas, y en Toledo desde 1706 hasta su muerte en 1710.
Pero poca - o ninguna - es la obra que se conserva en los archivos de estas ciudades, exceptuando el de Segovia, posiblemente por el mayor celo del Cabildo en exigir la entrega de las obras a los maestros de capilla. El Archivo de Segovia es depositario de una hermosísima colección de tonos castellanos de Juan Bonet de Paredes, citado también como “maestro Paredes”, de la que este programa nos presenta una muestra.
Aunque su relación con los cabildos no fuera siempre fácil, Paredes era un gran músico y un maestro apreciado en toda España. El Cabildo de Segovia, que le despidió en 1686 por una trifulca con un canónigo en una procesión, le consultó poco después, como hizo el de Santiago de Compostela, en las oposiciones al magisterio de capilla. El tratadista Francisco Valls le cita como ejemplo en su “Mapa Harmónico (editado en 1742), copiando algunos fragmentos de sus obras, que posiblemente se cantaron muchos años después,
tal vez instrumentadas, como la obra en latín conservada en El Escorial y datada en 1783. Muestra del aprecio que otros maestros de capilla tenían por su obra es que Burgos, Salamanca, Cuenca, Valladolid, Segorbe y Canet de Mar conservan alguna obra suya, en copia del XVII.
Bonet de Paredes, como Juan Pérez Roldán - del que nos ocupamos hace un año - , o como Cristóbal Galán al que dedicaremos sucesivos trabajos, son maestros del XVII que ejercieron apenas dos, tres años en Segovia, pero su influencia se deja sentir. El maestro Paredes, al que enviaron de joven a estudiar a Madrid, conoció el nuevo y expresivo estilo de autores como Juan Hidalgo o Juan del Vado, que ejercieron en la Capilla Real, o de otros autores de teatro como José Marín. No es pues casualidad que se conserven tantos de sus tonos dedicados al Santísimo - ese “galán embozado en la Custodia” - impregnados del mismo arrebato que los tonos humanos de donde muchos derivan.
Alicia Lázaro
El arrebato de un maestro viajero.
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